Los cambios de horarios, el calor y las comidas fuera de casa fomentan la modificación de los hábitos alimenticios por otros menos saludables, lo que incrementa la ingesta de productos hipercalóricos.
Por ello, para evitar descompensaciones nutricionales y otros problemas como el incremento de peso es recomendable mantener las pautas de la dieta mediterránea que se han debido seguir a lo largo del año.
Los expertos de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital Universitario Ntra. Sra. de Candelaria (HUNSC) recuerdan que tomar una dieta variada normocalórica y la práctica de ejercicio físico, junto con una buena hidratación, permitirá disfrutar saludablemente de las vacaciones.
Si en verano no se modera el consumo de productos hipercalóricos como helados, bebidas alcohólicas, platos precocinados o elaborados con gran contenido en grasa como ‘fast food o comida rápida’, ni tampoco se combina con actividad física, con facilidad se ganará peso si se acumula un exceso de kilocalorías diario.
Por ello, los médicos del HUNSC insisten en que la dieta más adecuada en verano es la dieta mediterránea, haciendo un mayor hincapié en la hidratación para cubrir las necesidades extras del organismo debido al calor y las altas temperaturas, y más si se realiza ejercicio físico. Además, es fundamental tomar entre un litro y medio y dos litros de agua al día, que puede completarse con bebidas acalóricas como té e infusiones frías.
Los especialistas en nutrición y dietética sugieren comer de todo con moderación. Existen alternativas para afrontar los días de calor que contemplan el consumo de verduras entre dos y cuatro raciones diarias (especialmente crudas como ensaladas), así como gazpachos y platos templados, incluyendo además, tres piezas de fruta de temporada diarias como piña, sandía, melón, mandarinas, naranjas, que pueden combinarse como piezas enteras o zumos naturales.
La ingesta de verduras y frutas aportan gran cantidad de agua, esencial para rehidratarse, además de que su contenido en kilocalorías es bastante bajo. El consumo de refrescos debe ser ocasional y en caso de tomarlos, elegir aquellos denominados light o ‘zero’.
Hidratación en niños y mayores
Durante los meses de verano, es necesario prestar una mayor atención a niños y personas mayores en relación a la ingesta de agua.
En el caso de los menores, su actividad física se incrementa por lo que los padres deberán vigilar la toma de líquidos y frutas. La mayoría de los pequeños no sienten gran atracción hacia estos alimentos, de manera que un buen método para introducirlos en estas edades es la elaboración de batidos de frutas naturales o zumos. El desayuno es muy importante, comida que debería incluir un lácteo, una fruta y un cereal.
Las personas mayores están incluidas en un grupo de riesgo debido a las deshidrataciones que suelen darse en este colectivo. Por ello, es fundamental que beban agua y se refresquen cada cierto tiempo, sin esperar a que aparezca la sensación de sed.
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